A UN PASO DEL VACÍO

(Piezas de un puzle que no encajan)

David Yanez


CAPITULO 4



30 de octubre, Teo

No eres lo que deseas. No eres lo que crees. No eres lo que sabes. No eres lo que no sabes. No eres lo que quieres. No eres eso que dicen. No eres eso que hiciste. Cuando te mueres no eres nada. Menos que nada. Viene a verte un montón de gente que nunca viene a verte, guardan silencio y se esfuerzan en recordar detalles que te hagan parecer mejor de lo que eras. Las chicas lloran. Los tíos ponen caras largas e intentan no pensar mucho en ello. Casi es una competición a ver quién parece más triste sin que te toque.

Hago recuento de nuestras canciones favoritas. Los piratas ocupan el top cinco. Incluso en el disco este raro nuevo hay cosas. Creo que tengo que escucharlo más para entenderlo bien. Ya no vamos a poder hablar de él, tío. Me gustaría que me vieran llorar porque todos saben que eras uno de mis mejores amigos, pero soy de cartón. Espero que tu madre no se acerque a hablarme.

No conozco a nadie. Todo el mundo parece necesitar una copa, o igual es que hay barra libre. Ahí habrías tenido un detalle. Yo también necesito algo de beber, así que no diré que no cuando me pregunten, pero me va a joder hablar de ti con gente que no conozco. Sé que soy un egoísta al decirlo, pero me da lo mismo que sean tus amigos, Mauro.

He venido con Natalia. No quería tener una excusa para hablar con Sofía, sé que es tu entierro y todo eso, pero también me conozco bastante bien, y soy un poco gilipollas.

Sofía ha venido con Luis, Luis está en todas partes últimamente. Sofía ha mirado un par de veces a Natalia, bueno, en verdad todos han mirado a Natalia porque no ha pasado por casa para cambiarse, pero ella no le ha mirado las tetas, así que seguramente se estará preguntando quién es y si hay algo con ella. Yo me estoy preguntando lo mismo sobre Luis. Luis está en todas partes últimamente.

No conozco a nadie. Todo esto es asqueroso. Esther ha podido salir del hospital para el entierro, está preciosa tan delgada. Me ha presentado a su hermano y a Javi. Creo que conocía ya a Javi, pero no sabía quién era. Intentamos evitar decir ninguna cosa inapropiada. Parece estar hueco. Creo que es el primer entierro para todos, el primero de verdad. Todos han cambiado desde que me fui. No importa demasiado ahora. Intento desaparecer de escena. Perderme.

Me pregunto si todo el mundo finge hablar con el muerto en su cabeza o solo yo. Sería más fácil si pudiera llorar y punto.

No nos despedimos. Dejo a Natalia en su casa y me voy a dar vueltas por el barrio. Garrido es tan feo que no puedes pensar en nada más. Por eso me viene tan bien vivir aquí. Pongo el último disco de Los Piratas en el discman y camino hasta que es noche cerrada.

He visto cómo enterraban a un amigo mío hoy. Se llamaba Mauro. No era el tipo más genial del mundo ni nada, era sólo alguien con quien me gustaba perder el tiempo y escuchar discos. No sabía que uno puede morirse así, de repente.

 Javi, al que creo que ya conocía de antes, ha tenido que subir a hablar en la iglesia. No podía negarles eso a sus padres, supongo, después de que Mauro se le muriese en los brazos. Imagino la escena a cámara lenta, como una pietá con el coche del revés y Alex  detrás como un pasmarote, con la cara llena de sangre y sin saber qué decir o hacer como cuando volvemos borrachos a casa. El barrio de Garrido es el más feo del mundo. Hay magia en lo feo. Javi estaba tranquilo. Hueco. Feo. Ileso salvo por un moretón feo en el pómulo y un par de puntos en la ceja. Sus ojos brillaban del mismo modo que los de esos perros atropellados que corren a la cuneta sin saber que están muertos.

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