HAND-ME-DOWNS / ROPA DE HERMANOS MAYORES

    Photo-collage, "Unmade beds" series, 100x50cm, 2015


In this house of cold that doesn't belong to us,

my clothes crumple on the clothesline,

my girlfriend smiles and says it's

the cheap laundry softener. Smiles

so that when we cross the mirrors

with those people who look at us from the other side,

I can pretend to recognize us.

But the towels scratch my skin,

they scorch my face

and naked for her

I am nothing more than a flayed man

who shows the palms of his hands -empty-

a man who does not know how to get up early,

who doesn't drink, who never comes to blows

nor uses rude words to talk about

  [what he once believed to be true.

 

On Saturday,

I am a man

who dresses in shirts that are too big

                                         [or too small,

and my hatred for the things I touch

is so small

that it's barely enough to put on my shoes

and walk to the Chinese store

for a bottle of wine and something for dinner.

It's all these uninhabited clothes

that refuses to forget its wrinkles,

that is rough to the hands,

smells of camphor and Christmas presents,

birthdays, saint's days, clothes from cousins,

older siblings, parents,

smells of clothes that don't remember or don't know,

clothes that don't even know

  [for whom they were bought.


-----------------------------------------// Orignal version below //

 

En esta casa de frí

que no nos pertenece,

mi ropa se acartona en el tendedero,

 mi novia sonríe y dice que es por culpa 

desuavizante barato. Sonríe

para que al cruzar los espejos

con esas personas que nos miran del otro lado, 

yo finja reconocernos.

Pero las toallas me arañan la piel

me abrasan el rostro

y desnudo para ella

no soy más que un desollado

que enseña las palmas de las manos –vacías

un hombre que no sabe madrugar,

que no bebe, que nunca llega a las manos

ni utiliza malas palabras para hablar de

 [lo que antes creía que era verdad.

 

En sábado,

soy un hombre

que se viste con camisas demasiado grandes

                                   [o demasiado pequeñas

y mi odio por las cosas que toco

es tan pequeño

que apenas alcanza para ponerme los zapatos 

y caminahasta la tienda de los chinos

a por una botella de vino y algo para la cena

Y es que toda esta ropa deshabitada

que se resiste a olvidar sus arrugas

que es áspera las manos,

huele a alcanfor y a regalos de Navidad,

cumpleaños, santos, ropa de primos

hermanos mayores, padres,

huele a ropa que no recuerda o no sabe,

a ropa que desconoce incluso

       [para quién fue comprada.


[De HOMBRES EN SILENCIO, MUJERES SIN MAQUILLAJE, ed. Baile de Sol, 2015] 

sobre este libro: CRITICA- La Biblioteca de Alonso Quijano

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